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viernes, 15 de junio de 2012

Naufragio

Meses hace desde que no tenía una mínima intención de escribir algo aquí, pero las últimas semanas han forjado una rabia incontenible en mi.

Ya podemos decir que nuestro país se ha hundido. Y lo peor es que todavía no hemos tocado fondo. Llevamos años con brechas abiertas por las que entran torrentes de agua. Poco a poco íbamos hundiéndonos, subiendo el nivel del agua en el barco, y poco a poco, las brechas se agrandaban con la fuerza de ese agua, hasta un punto, en el que ya no ha sido posible ningún remedio. El viernes pasado, el día 8 de junio de 2012, el agua cubrió completamente el barco. España se había hundido totalmente. Pero el barco sigue descendiendo bajo el agua, descendiendo hasta que toque un fondo, que no se sabe lo lejano que es, pero que con las medidas que torpemente intentan usar el capitán para reflotar el barco no hacen más que enviar la embarcación a un lugar más profundo si cabe. España ha caído. España, tras meses intervenida a la sombra por el BCE, ha tenido que pedir ayuda exterior, ha lanzado unas bengalas en la oscuridad. Y las bengalas han sido vistas, pero lo único que pueden hacer los salvadores es rescatar a los pocos náufragos llamados bancos, y después, una vez tocado el fondo, reflotarán el barco, sin saber lo que pueden encontrarse entre los restos empapados.

Ninguno de los viajeros violó gravemente ninguna de las normas que permitían una buena navegación en el barco. Ninguno de esos viajeros provocó ninguna de las innumerables brechas. Las brechas se forjaron por culpa de unos malos oficiales y unos malos marineros. Los oficiales solo miraban sus preciosos trajes de su rango, y ojeaban el de su superior, para ver cuando le tocaría ponérselo. Y cuando veían que sus subordinados le emulaban dando órdenes (a veces contrarias a las suyas) a otros a quienes no le estaba permitido hacerlo, simplemente, miraban para otro lado. Los suboficiales empezaron a luchar entre sí, olvidando sus quehaceres con el barco. Y otro gran problema, un exceso de marineros. Cuando hay tres personas para atender a uno de los viajeros, al final, ninguna de esas tres personas hace nada, pensando que lo hará alguna de las otras dos. Y al final, el viajero se ve desatendido, insatisfecho y sin el dinero que le cuesta el viaje. Todos estos errores de la tripulación, ninguno debido a los viajeros, provocaron que el desgaste del mar, el deterioro del casco y el choque con un iceberg llamado "crisis" abrieron esas inmensas e innumerables brechas. Se ha obligado, cuando las brechas eran incontenibles a que todos los viajeros se dedicaran a taparlas, mientras la tripulación, en su mayoría, se dedicaba a las cenas de oficiales y a preparar sus botes salvavidas.


El capitán del barco, un señor con barba cana y pelo oscuro, se colgó la medalla de tirar la bengala exigiendo auxilio. Pero nada más lanzar la bengala, el barco terminó de cubrirse de agua, por más que ninguno de los oficiales ni suboficiales ni marinero se haya mojado ni la suela del zapato, y la mayoría, mirando hacia otro lado, donde no vean esa sombra, de un enorme barco llamado España, que se hunde, a la espera de un fondo que no sabe cuándo llegará ni si llegará a salir de él algún día.


Todavía quedan cámaras de aire en el barco para los viajeros que no se han ahogado. Todavía quedan unos pocos marineros lanzando cuerdas y ayudas. Pero mientras la mayor parte de marineros y oficiales no se dediquen a reflotar el barco, este estará bajo agua, esperando que las obvias medidas para reflotarlo y reconstruirlo sean decididas y gritadas por su capitán, sea cual sea éste.


Jorge Niño.

sábado, 1 de octubre de 2011

Recuerdo ante Ti

Hoy, sentado ante tu imagen bendita, me lleno de recuerdos y emociones. No hace mucho que nos conocemos, ni para mi aún breve vida; ni para la longevidad tuya. Pero después de dos años, logras revivir en mi unos sentimientos y una emoción incontenibles.


No fue hace dos años la primera vez que te vi. La primera fue de pequeño, en una pequeña imagen que recordaré toda mi vida. No sabía quien eras, casi no recordaba dicha imagen, pero nunca olvidaré esos ojos cansados de tanto llorar que miran al cielo pidiendo auxilio divino, de la misma manera que lo pido yo al observarte.

Recuerdo el día que os conocí, ya no solo a ti, también a la imagen del dolor humano en un cuerpo de expresión divina. Recuerdo ese silencio roto por una voz desgarrada, y el negro. Un manto de rojo clavel para la pasión a sus pies. Un manto color de sangre, como la que gotea por todo su cuerpo. Recuerdo la sensación indescriptible mezcla de dolor, asombro y devoción que latió en mi corazón, al ver el silencioso desfile del instante de la salvación, del momento de la muerte del inocente que salvó a todos los culpables. Recuerdo el sereno caminar, el luto, y el silencio.

Lo que nunca llegaré a olvidar es ese momento, en el que el llanto se hace alegría, en el que la muerte se hace vida, en el que la noche se llena de esperanza y como mecida por un susurro, tu imagen, llena de lágrimas, derramando bendiciones, apareció frente a mis ojos. En ese instante me hice tuyo. La sencillez de tu belleza, que los luceros pelean por ver entre los bordados que te protegen, hace innecesaria una corona, no te hace falta corona para ser Reina, y más si vives en la Puerta Real, entre reyes del Arte, siendo tú la Reina sin Corona, Madre Santa, Aguas para los sedientos, y consuelo de mi alma.

Desde ese instante dominaste el latir de mi corazón, no he faltado nunca a visitaros y vosotros nunca me habéis decepcionado.
Un año después, volví a veros; en ese serio caminar de silencio, y ese alegre caminar del llanto. Y en esa fría noche, con mis huesos calados de humedad y emoción me provocasteis las lágrimas. No lloraba de dolor, ni alegría, ni de pena, no sé porqué lloraba, pero lo hacía, como lloras por Él, lloré por Vosotros.
No olvidaré ese silencioso caminar sin luz, con los suspiros callados, la emoción en la piel y el instante eterno de la muerte, poniendo un esplendoroso final a su desfile anual.

Tampoco olvidaré la expectación de mi corazón al oír la música celestial que anunciaba tu llegada, y luego Tú, tu bendito perfil aproximándose, firme, sin dudar ni retirarse, y mi corazón estalló en jubilo, no quedaba nadie para mi, sólo existíamos Tú y yo. Te alojaste, pero volviste a mirarme, como siempre lo haces, me miras mientras lloras, mientras bendices esas aguas que brotan de nuestros ojos al mirarnos. Y te fuiste, como cada año, te fuiste dejándonos una larga espera, y una ilusión. La ilusión de ver a esa Reina sin Corona, a la que llora al Cielo, a la que los juncos acompañan en la plata, a mi Señora, la del Museo, la de la Puerta Real. Dios te salve, y Sevilla te guarde.


Jorge Niño.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Una noche mágica.

Hace un año, todo estaba inquieto. Todo esperaba ese momento, en el que la Gracia volviera a pasear por Sevilla. El tiempo se alargaba, haciendo la espera más interminable todavía, horas esperando a que la Señora diese un paseo veraniego por esa ciudad que tanto ama. Pero esta vez, la Esperanza, no estaba interesada en ver el centro sevillano, quería visitar su barrio, ver a su gente, a muchos hermanos y hermanas que no pueden verla, quería visitar a muchos de los que sueñan con Ella. También quería descubrir, esa sensación de esplendor cuando se cruza el puente, y pisar el otro lado del Guadalquivir, y ver Sevilla, desde la otra orilla. La Macarena quiso deslumbrar en la oscuridad de la noche los terrenos cartujanos, y bendecir, en una Catedral Olímpica, a una de sus queridas hermanas.Un día en el que la Giralda fue Estadio; la Campana, Puente del Alamillo; la calle Parras fue parque; y Santa Ángela, María de la Purísima.




Hace un año, todo comenzo, como siempre, con los sones iniciales, y junto a ellos, Ella salió a pasear. No fue sola, tuvo una ciudad de compañera de viaje. Una ciudad, de la que descubrió nuevos mundos, cambió su paseo anual, por uno nuevo, sería por la fecha, o porque sabía que meses después no podría hacer su paseo anual, pero aun así, se dejó ver por las calles de su barrio, donde, como si fuera la calle de la Feria, no paraban de oirse piropos y alabanzas.





Sevilla entera, pudo contemplar en una nueva Madrugá estival, a su Reina, a la Reina que sonrie mientras las lágrimas recorren sus mejillas, y como cada Madrugá, para que el río no añorase una Esperanza cruzando sobre él, la niña de San Gil, cruzó hacia la otra orilla, pero Triana no pudo verla, Triana quería, pero su meta era otra, la Cartuja, Ella quería volver a bendecir las tierras donde los monjes cartujanos rezaban en otros tiempos, y para ello, convirtió el estadio en Catedral, y el césped en Altar, para elevar, por la Gracia de sí misma, a Sor María al cielo.




Y es imposible olvidar ese viaje completo, por ambas orillas del río, que no quiso perderse a su Señora, a la que despidió su Pena y su Gloria, camino de regreso, la Macarena se hizo Virgen de las Aguas, porque elevó, el caudal al cielo, con el agua de sus lágrimas. Lágrimas que fueron derramadas al poder contemplar la sonrisa y alegría de los que necesitan Esperanza, mientras luchan por sus vidas, apoyandose en su Divino Consuelo, y recibiendo, si asi ha de ser, con alegría su beso, su abrazo, y viendola caminar, desde los cielos.




Y como siempre, volvió, siempre tarde, porque nunca quiere acabar su paseo, no quiere dejar de ver las calles de la Ciudad de los Sueños, atraviesa, con alegría ese Arco, que es Puerta del Cielo, con el anhelo de volver a cruzarlos cuanto antes, y ver el fervor de su gente, oir los gritos de alegría, al verle su rostro jubiloso, hipnotizados por el fino movimiento de su palio, que hace un año fueron las Estrellas, que deseosos de poder contemplarla como nunca lo habían hecho, bajaron en la noche, a arroparla y protegerla, mientras los Ángeles, deseosos de tocarla, limpiaban su cara, cansada tras un largo paseo, que quedó grabado en las retinas, a fuego delicioso, y un año después cómo un sueño, volvemos a revivir esos momentos de emoción incontenible, deseosos por que vuelva a ocurrir, deseosos de que Nuestra Señora de la Esperanza Macarena vuelva ansiosa a caminar por su ciudad, por Sevilla, que no la ha dejado.





domingo, 5 de junio de 2011

Razones.

Porque a veces, los sueños se cumplen. Porque aunque todo parezca perdido, siempre hay esperanza. Porque el pueblo es quien tiene la Voz, aunque los oídos estén sordos.

Yo sé porque estoy ahí luchando: por mis derechos, por mi futuro, por el bienestar de mis seres queridos, para conseguir un cambio en mi país, para mejorar un poco el mundo. Yo lucho por todo eso, y tú, ¿por que luchas?

http://www.youtube.com/watch?v=BI_CMM0IEa8&feature=player_embedded#at=12

jueves, 28 de abril de 2011

Silencio













¿Dónde queda la emoción interna?¿Cuando el negro luto quedó estropeado por los aplausos?¿Cuando el gentío perdió el respeto por la seriedad?¿Dónde queda el llanto silencioso?

Todo se ha perdido. La alegría se extiende en la Semana de la tristeza. Como los romanos, el pueblo aplaude a la muerte.

Poco he podido sentirte silencio, ¿dónde te has escondido?¿Te has quedado prendado de Su Rostro y has dejado a la gente llevarse por la incultura y la falta de seriedad?

No quiero dejar de tenerte cerca. No me gusta no sentirte, es más, odio tu falta. Espero que en menos de un año, despiertes y te dejes sentir, que no se oiga la algarabía, que el llanto no surja a la par que las palmas, que la muerte no sea aplaudida, y sobre todo, que el silencio no se rompa y el negro, sea ruán.


Jorge Niño

sábado, 16 de abril de 2011

Ya llegó el momento





Hay algo en el ambiente, lo oigo, lo huelo. Hay un manto de azahar en el suelo y unas nubes de incienso en las calles. Oigo voces gritar órdenes. Oigo el crujir de la madera.

Los suspiros se suceden cuando el esfuerzo se hace preciso. El sol comienza a buscar el brillo de la plata que ronronea al compás. Su dulce cara se baña de luz.

De repente, un sonido rompe el silencio, suena la marcha real, ya llegó el momento, ya está fuera. Un golpe de martillo, una sentida "levantá", una gloriosa "chicotá". Ya llegó el momento, ya es Semana Santa. Ahora, es el momento de disfrutar de la gloria efimera de lo eterno.



Jorge Niño

domingo, 6 de marzo de 2011

Raíces.

Todo árbol tiene sus raíces, incluso el arbolito más joven del bosque.

Por más que pensaba que no tenía raíces, por mas que creía que era un alma enamorada de lugares foráneos, volví y me volvió la sonrisa.

Volvi a tener la sonrisa de la sencillez, el encanto de la finura, el sonido de la tradición.

Mi mente parecía no recordar las máscaras de mi niñez, la crítica de mi juventud, ni la diversión en Febrero, entre cantes y risas.

Dicen que mi Tacita de Plata fue cuna de la libertad, pero lo que estoy seguro, que mi bahía fue cuna de la diversión y la gracia.

Vuelvo a oir un suave murmullo que me atrae, una canción silenciosa, entre el jaleo, la sátira y las risas. El mar.

¿Que sería de un febrero carnavalesco sin el sonido de las olas rompiendo contra las rocas y la arena? ¿Donde quedarían esos piropos a las playas?

Yo te aseguro, que si no has paseado por una calle estrecha llena de flores, si no has oido la música que toca el mar al anochecer, mientras la suave brisa vespertina te trae el olor de la inmensidad y la libertad, si no has oido el silencio roto por la horquilla, ni la crítica de la máscara, no conoces el encanto de la bahía.

Porque no hay nada como un paseo de la mano mientras suenan los abrazos de las olas. Y el olor de la brisa en tu rostro.

Ni siquiera me hizo falta ese paseo para sentir que lo habia añorado sin saberlo. Solo tuve que oir el sonido de Febrero. Solo tuve que ver el color del invierno. Solo tuve que captar el olor de la alegría. Sólo tuve que volver a la fiesta mayor de la Bahía. Solo tuve que volver en Carnaval.

Hasta yo tengo mis raíces,y quieras o no, no hay nada como volver a recordarlas.